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have I brain today?

... qué días más raros

Ahora llego a casa, al pueblo, y está medio nevando, aunque hace bastante menos frío que en Madrid cuando he salido. Cuando nieva no hace nunca demasiado frío.

Unos días extrañísimos, ambiente navideño muy diferente, el primero diferente desde hace treinta y cinco años. Y siempre la novedad resulta incómoda, aunque, como casi seguramente todos los españoles, estoy deseando que termine este año 2004. Pero yo, seguramente, tengo razones diferentes a ellos, como otros muchos más también. Porque ha sido, con diferencia, el peor año de mi vida, en el que han pasado más cosas y, quizás, demasiadas. Tantas cosas que no he podido digerirlas seguramente. De haberlopodido hacer es casi seguro que ahora tendría un empacho muy grande de ellas. ¿Quién dice que no lo tenga?

Su dulce y su amargo, pero esto sabe como una aspirina masticada, sin ninguna duda. Un sabor que no me desagrada, y, sin embargo, hoy perjudicial. Sin plan para esta noche y liberado de compromisos, planteo una noche de actividad febril, al más puro estilo Valderribas. Ventisca afuera y calor aquí. Un peta es lo mejor en esta situación, sin duda de lo contrario. Hubiera sido noche de dormirme viendo la televisión y eso no es lo que corresponde. Libros por leer y frases por escribir. E ideas, muchas, como casi siempre demasiadas. En la televisión una película que no me interesa de fondo en la escena.

Me ha dado tiempo para pensar, en muchas ocasiones, enrevesados desarrollos de conceptos y proyectos en un duro trabajo mental. A veces termina doliéndome, en serio. Uno sobre la veracidad del concepto de "número", relacionado con el arte, ¿dónde acaba uno y dónde empieza el otro? Sobre la relativa libertad en la que viven ambas disciplinas y otros planteamientos en los que se pierde mi conocimiento claramente. Otro sobre la posición real del hombre artista, la riqueza del lenguaje en cantidad disponible y el uso posterior que hacen de él. ¿Cuál es mi verdadera situación como artista actualmente y qué tengo a mi disposición? - dijo uno de ellos, grave.

Pero se termina, y se aleja su negra silueta aleteando y echando humo. Y apestando. Este gato me entretiene haciendo tonterías delante de mí, demasiado mimoso al final. Pero no me convence, no es lo mismo, ni yo soy el mismo, ni escribiré más nanas para gatos bebés. Ni aunque tengan los ojos de miel.

Al llegar a casa recibo un mensaje que me dice que se me ha olvidado mandarle la felicitación de Navidad, ¡cómo son las cosas!

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