si ahora te tuviera que escribir una carta ...
... te contaría sobre mí de niño, sobre el mundo de ese niño que terminó buscando un refugio en la soledad de una adultez a veces turbia.
si te tuviera que escribir unas líneas lo haría con toda mi pasión, porque quiero quererte. Te hablaría de qué es el amor, de cómo me siento un poco maltrecho, pero aún en pie, un poco fuerte y bastante sensible, ilusionado y escarmentado de frustraciones, descolocado y con ganas de vivir. Te haría sonreir.
te contaría en esa carta que me comprometo cuando siento, y cómo siento, cómo quiero sentir en estos momentos... Te hablaría de lo que tengo y de lo que me falta por conseguir, de mis ilusiones, de mis sueños que nunca tengo cuando duermo, te hablaría de que me gustaría enamorarme. Te diría que quiero sentirme como ese niño una vez más, y reirme...
te leería esa carta en alto, una y mil veces, enredándola con historias que se empapan de ensoñaciones que flotan en el aire de esta habitación, que se posan en la mesa, en las estanterías, y en mi cabeza; y me hacen vivir, me permiten seguir caminando.
imaginaría viajes, lugares, palabras ... las que desearía escuchar, sí, las que suenan aún lejos. Las que evitan que me vuelva loco cada mañana cuando veo que me siento solo. Dibujaría un pueblecito de mar, en el atardecer, paseando entre la gente, entre los pescadores, cenando algo en el puerto, abrigados, con el salitre en la cara y el pelo siempre húmedo. Esa brisa tibia que se va enfriando con el anochecer. Y después volver a algún lado, no se sabe dónde ...
te explicaría el significado de esos colchones, la relación entre ese niño y esos objetos, desde que es muy pequeño, desde que tiene miedo por la noche, o desde que le sabe mejor, diferente, o desde que empezó a volar solo y nada le dio miedo. Antes de tocar el cielo y morirse de pena.
te explicaría, con poco sentido del ritmo como tengo, cómo las canciones hablan de mí y de mi vida, como la escriben. De cómo me convertí en poeta de contenedor cuando me sentía con las manos vacías, de cómo no encontré amigos hasta que me presentaron a otro poeta al que no conozco personalmente, que no quiso hacerlo a pesar de mi ofrecimiento. De cómo grité "él se lo pierde". Y mientras, una amiga caía en una depresión ...
te contaría cómo defino yo el futuro, y cómo no lo vivo, y cómo vivo en él, en el sueño que nunca tuve. Y te diría que no está bien caminar solo, ni sólo, que hay que compartirlo para que se desaten todos sus sabores, sus olores, sus colores y sus escalas preciosas ... que los ojos disparen estrellitas de puntas afiladas y amarillas, como aquellos lo hicieron... mientras sonaba la música aquella y las mariposas llenaron su estómago. Eran los nervios.
era que había química, "ácido + base = sal + agua", y fue precisamente aquel día del chaparrón cuando encontré la sal de la vida...
si te tuviera que escribir unas líneas lo haría con toda mi pasión, porque quiero quererte. Te hablaría de qué es el amor, de cómo me siento un poco maltrecho, pero aún en pie, un poco fuerte y bastante sensible, ilusionado y escarmentado de frustraciones, descolocado y con ganas de vivir. Te haría sonreir.
te contaría en esa carta que me comprometo cuando siento, y cómo siento, cómo quiero sentir en estos momentos... Te hablaría de lo que tengo y de lo que me falta por conseguir, de mis ilusiones, de mis sueños que nunca tengo cuando duermo, te hablaría de que me gustaría enamorarme. Te diría que quiero sentirme como ese niño una vez más, y reirme...
te leería esa carta en alto, una y mil veces, enredándola con historias que se empapan de ensoñaciones que flotan en el aire de esta habitación, que se posan en la mesa, en las estanterías, y en mi cabeza; y me hacen vivir, me permiten seguir caminando.
imaginaría viajes, lugares, palabras ... las que desearía escuchar, sí, las que suenan aún lejos. Las que evitan que me vuelva loco cada mañana cuando veo que me siento solo. Dibujaría un pueblecito de mar, en el atardecer, paseando entre la gente, entre los pescadores, cenando algo en el puerto, abrigados, con el salitre en la cara y el pelo siempre húmedo. Esa brisa tibia que se va enfriando con el anochecer. Y después volver a algún lado, no se sabe dónde ...
te explicaría el significado de esos colchones, la relación entre ese niño y esos objetos, desde que es muy pequeño, desde que tiene miedo por la noche, o desde que le sabe mejor, diferente, o desde que empezó a volar solo y nada le dio miedo. Antes de tocar el cielo y morirse de pena.
te explicaría, con poco sentido del ritmo como tengo, cómo las canciones hablan de mí y de mi vida, como la escriben. De cómo me convertí en poeta de contenedor cuando me sentía con las manos vacías, de cómo no encontré amigos hasta que me presentaron a otro poeta al que no conozco personalmente, que no quiso hacerlo a pesar de mi ofrecimiento. De cómo grité "él se lo pierde". Y mientras, una amiga caía en una depresión ...
te contaría cómo defino yo el futuro, y cómo no lo vivo, y cómo vivo en él, en el sueño que nunca tuve. Y te diría que no está bien caminar solo, ni sólo, que hay que compartirlo para que se desaten todos sus sabores, sus olores, sus colores y sus escalas preciosas ... que los ojos disparen estrellitas de puntas afiladas y amarillas, como aquellos lo hicieron... mientras sonaba la música aquella y las mariposas llenaron su estómago. Eran los nervios.
era que había química, "ácido + base = sal + agua", y fue precisamente aquel día del chaparrón cuando encontré la sal de la vida...
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