once de marzo, Madrid
Ayer tuve que quedarme en Madrid para consultar algunos asuntos técnicos para resolver unos cuadros que tengo parados. Se me han amontonado a la espera de ser resueltos y ya van por seis. Este fin de semana me gustaría poder sacar algo adelante pero dudo que pueda hacerlo.
Casualmente, en uno de los sitios en donde estuve, me dieron el teléfono de un fulano arquitecto que estaba INVESTIGANDO sobre la forma de imprimir imágenes en superficies texturadas. Me pareció interesante poder hablar con él y ver qué ideas me podía sugerir y a qué conclusiones había llegado hasta el momento con sus trabajos. Le llamo mientras voy caminando hacia Atocha para hacer una visita a un amigo en su estudio. Según me voy acercando a la estación me doy cuenta del inmenso despliegue de medios que hay alrededor de ésta para volver a hacer un circo de aquel atentado terrorista. Vuelvo a pensar que los periodistas son una raza despreciable y me conciencio de que el 11 de marzo (y yo no voy a utilizar esta vez ninguna abreviatura "de moda") van a machacarnos en todos los medios con lo que pasó hace un año, como si no tuviéramos nuestra idea formada ya y necesitásemos de esa exhibición obscena de penas y lágrimas.
Conforme van pasando los minutos en la conversación con el fulano este voy formándome un concepto de ese ser mocoso, que no oculta los sorbetones y que le importa un rábano que el que está al otro lado del teléfono piense que es un poco grosero. Trabaja e INVESTIGA en la universidad y pretende que eso sea un argumento de peso que avale sus teorías ... Yo también lo hice en su día y no consigue intimidarme con esos argumentos, continuamos. Pretende abrirme los ojos con sus teorías sobre el arte (¿es idiota?) diciendo que el arte debe supeditarse al avance tecnológico, que aún no se ha inventado una máquina capaz de imprimir una imagen sobre una superficie con más de 10 cm entre su punto más alto y el más bajo. ¿Debo entonces dejar de dedicarme a lo que hago y entender que el summum de la creación pasa por leer los libros de instrucciones de la impresora en cuestión para verificarlo y, después, aceptar que como el mercado ha juzgado que no es económicamente factible fabricar dicho artefacto o nadie lo ha hecho aún tengo que replantear mi producción? (¿¿es idiota??). Me entran ganas de responderle que la tecnología, en este siglo, aún no es capaz de vislumbrar los caminos que la investigación de los artistas ha superado ya hace muchos años, pero me callo y continuo escuchando su incoherente discurso. Él INVESTIGA y debe pensar que yo soy un pimpín que tengo la cabeza llena de pájaros y no sé ni por dónde me ando (en el caso de que fuera así, él ni lo sabe). Al parecer esa máquina, a la que yo no tengo acceso, ni ella a poder imprimir una puta imagen sobre la superficie de mis cuadros porque es incapaz, es maravillosa y hay pocas en el mundo. Me comenta que amigos suyos han probado otras soluciones creativamente mágicas que yo he desechado desde el principio y que no dejan de ser meras chapuzas (es idiota), que la máquina, como digo, es maravillosa y que lo que hace, iluminado por delante es impresionante, pero que si lo hago por detrás, el efecto es, sin duda, mejor que cualquier cosa que hubiera podido hacer yo sobre el yeso de mis cuadros (¡es idiota!). Sin duda alguna confunde una intencionalidad/necesidad/expresión con una herramienta y su efecto. Me intenta dar una clase acerca de cuáles son las partes del proceso de creación artísitica (el INVESTIGA en la universidad) y él, que definitivamente es idiota, piensa que en la producción artística existen sólo dos factores, los conceptos y la maestría (resulta que, además de idiota es un ignorante, pienso). No entiendo nada, así que le digo que, como tengo su teléfono, cuando tenga resultados se los comunicaré, pese a que eso interrumpa sus INVESTIGACIONES. Cuelgo y encuentro, inmediatamente, un calificativo para semejante tipo de ser: "gilipollitas". Lo pronuncio en alto y un grupo de personas que camina a mi lado lo oyen. Les pido disculpas.
Los arquitectos deben seguir preocupándose de hacer casas, no de distraer a los artistas con sus INVESTIGACIONES ...
Casualmente, en uno de los sitios en donde estuve, me dieron el teléfono de un fulano arquitecto que estaba INVESTIGANDO sobre la forma de imprimir imágenes en superficies texturadas. Me pareció interesante poder hablar con él y ver qué ideas me podía sugerir y a qué conclusiones había llegado hasta el momento con sus trabajos. Le llamo mientras voy caminando hacia Atocha para hacer una visita a un amigo en su estudio. Según me voy acercando a la estación me doy cuenta del inmenso despliegue de medios que hay alrededor de ésta para volver a hacer un circo de aquel atentado terrorista. Vuelvo a pensar que los periodistas son una raza despreciable y me conciencio de que el 11 de marzo (y yo no voy a utilizar esta vez ninguna abreviatura "de moda") van a machacarnos en todos los medios con lo que pasó hace un año, como si no tuviéramos nuestra idea formada ya y necesitásemos de esa exhibición obscena de penas y lágrimas.
Conforme van pasando los minutos en la conversación con el fulano este voy formándome un concepto de ese ser mocoso, que no oculta los sorbetones y que le importa un rábano que el que está al otro lado del teléfono piense que es un poco grosero. Trabaja e INVESTIGA en la universidad y pretende que eso sea un argumento de peso que avale sus teorías ... Yo también lo hice en su día y no consigue intimidarme con esos argumentos, continuamos. Pretende abrirme los ojos con sus teorías sobre el arte (¿es idiota?) diciendo que el arte debe supeditarse al avance tecnológico, que aún no se ha inventado una máquina capaz de imprimir una imagen sobre una superficie con más de 10 cm entre su punto más alto y el más bajo. ¿Debo entonces dejar de dedicarme a lo que hago y entender que el summum de la creación pasa por leer los libros de instrucciones de la impresora en cuestión para verificarlo y, después, aceptar que como el mercado ha juzgado que no es económicamente factible fabricar dicho artefacto o nadie lo ha hecho aún tengo que replantear mi producción? (¿¿es idiota??). Me entran ganas de responderle que la tecnología, en este siglo, aún no es capaz de vislumbrar los caminos que la investigación de los artistas ha superado ya hace muchos años, pero me callo y continuo escuchando su incoherente discurso. Él INVESTIGA y debe pensar que yo soy un pimpín que tengo la cabeza llena de pájaros y no sé ni por dónde me ando (en el caso de que fuera así, él ni lo sabe). Al parecer esa máquina, a la que yo no tengo acceso, ni ella a poder imprimir una puta imagen sobre la superficie de mis cuadros porque es incapaz, es maravillosa y hay pocas en el mundo. Me comenta que amigos suyos han probado otras soluciones creativamente mágicas que yo he desechado desde el principio y que no dejan de ser meras chapuzas (es idiota), que la máquina, como digo, es maravillosa y que lo que hace, iluminado por delante es impresionante, pero que si lo hago por detrás, el efecto es, sin duda, mejor que cualquier cosa que hubiera podido hacer yo sobre el yeso de mis cuadros (¡es idiota!). Sin duda alguna confunde una intencionalidad/necesidad/expresión con una herramienta y su efecto. Me intenta dar una clase acerca de cuáles son las partes del proceso de creación artísitica (el INVESTIGA en la universidad) y él, que definitivamente es idiota, piensa que en la producción artística existen sólo dos factores, los conceptos y la maestría (resulta que, además de idiota es un ignorante, pienso). No entiendo nada, así que le digo que, como tengo su teléfono, cuando tenga resultados se los comunicaré, pese a que eso interrumpa sus INVESTIGACIONES. Cuelgo y encuentro, inmediatamente, un calificativo para semejante tipo de ser: "gilipollitas". Lo pronuncio en alto y un grupo de personas que camina a mi lado lo oyen. Les pido disculpas.
Los arquitectos deben seguir preocupándose de hacer casas, no de distraer a los artistas con sus INVESTIGACIONES ...
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